Saturnino Bochorno (3)

Además de ser evidentes, ignorantes y conservadores, los oyentes de mi hermano poseen una característica fundamental: todos tienen teléfono. Es condición cinecuanón, para considerarse parte de la audición activa de mi hermano, contar con aparato telefónico ya sea móvil o fijo. Es allí donde él pone énfasis para su clásica diatriba: si no tenés llamados no existís, asegura mi hermano que no tener respuesta del público significa irreversiblemente que nadie te está escuchando. Ese, su axioma, le permite sostener falsas proclamas como: mi programa es el más escuchado y cosas por el estilo. Una vez lo vi entrar al bar Nacional con una sonrisa entre nerviosa y perversa, fue un mediodía en el que según los parroquianos del lugar, había recibido tan solo en una mañana trescientos llamados telefónicos. Eso lo hacía grande, se sentía insuperable, su soberbia era tal que no podía dominar las palabras, dentro de todo mi hermano tiene buen discurso, pero ese día en el bar decía una estupidez atrás de la otra, no podía contener su emoción, para él había atravesado una pared, había superado una meta, ridícula meta, trescientos llamados gritaba, hoy tuve trescientos llamados, y se pidió un Pineral. Esa fue una de las pocas veces que tomó alcohol en su vida. Se emborracho, a las doce y cuarto del mediodía y con un vaso de Pineral. Al otro día no fue a la radio, repitieron el programa anterior, el de los trescientos llamados. Su contestador automático estalló, eran sus avisadores felicitándolo. No sé ustedes, pero yo no me considero persona digna de ser oyente de mi hermano, creo que mi nivel intelectual está en condiciones de adaptarse a otras fisonomías, saquen sus conclusiones y podrán saber si entran o no en el target, lo que sigue tal vez pueda ayudarlos a definirse. Voy a tratar de ser sugestivo, quiero la mayor cantidad de personas para mi bando, confío que entre todos lo lograremos.