Saturnino Bochorno (5)

Odio a mi hermano por su manera de sustraer publicidad. El muy ladrón no tiene escrúpulos. En radio por ejemplo tiene contratados a un locutor y un editor (ambos trabajan por unos pocos billetes y para figurar) con los cuales viene grabando hace más de veinte años el mismo aviso todo el tiempo. Los clientes no advierten que todas las publicidades son idénticas, ya sea una pilchería, un bar, una tienda, un supermercado o una casa de repuestos para autos. A todas las registra iguales, el mismo locutor, la misma entonación, el mismo énfasis y a veces les pone hasta la misma música. Por su puesto, cobra fortuna por cada difusión. En Denuedo están tan apelmazados que nadie quiere jugarse a otra cosa, hay otras ofertas, pero todos los comercios siguen auspiciando con mi hermano, y él claro, sin demasiado trabajo, va llenado sus arcas estafando a cuanto mercader se le cruce en el camino. A los que no le puede sacar plata, les saca lo que sea, el famoso canje, con tal de no perder un auspiciante es capaz de llevarse por canje hasta un alfajor. Usurero sería la palabra (técnicamente o no) que mejor le cabe a mi hermano. El más grande y miserable mercachifle que jamás se haya conocido en Denuedo. No paga, roba, no trabaja, vende pescado podrido y cobra por eso. Ah, me olvida, vende información. El muy taimado está pendiente del mínimo escándalo que se suscite en el pueblo (robo, accidente mortal, enredos políticos) y lo vende a los grandes medios capitalinos. Cobra poco, pero cobra el hijo de puta, con el respeto que me merece mi santa madre.
Así se pasa la vida mi hermano, robando. Y esto es solo en la radio, pero como ya he mencionado anteriormente, también publica un pasquín: El vocero, un diario que aparece solo los martes. Es buenísimo. A menudo me cago de risa con mi hermano. Si, si. Es gracioso el ñato, además no quiero tomármelo tan a la tremenda, no voy a enfermarme. No, no justamente por Saturnino Bochorno.